Leyendas urbanas sobre las drogas
Entiendo como leyendas urbanas noticias que la sociedad da como ciertas, que nadie ha demostrado y que por lo general suelen ser erróneas. En el campo de las adicciones estas leyendas son muchas. Me detengo para comentarle algunas, porque ofrecen una imagen falseada del problema y ello tiene repercusiones sociales erróneas importantes.
Las drogas se asocian al éxito social. Con frecuencia nos enteramos que determinado personaje de éxito, habitualmente del mundo de la música, cine, deporte, pintura, es un consumidor habitual de alguna sustancia que provoca adicción, habitualmente cocaína, alcohol o ambos. Se estima que en determinados ambientes de la alta sociedad está "bien visto" echarse una raya al cuerpo. Estas imágenes trasladadas a la sociedad no culta, no preparada da la imagen de que las drogas son inocuas, que no pasa nada por consumir, que cualquiera puede regalarse de vez en cuando una dosis de ellas. Nada más irreal. Si me detuviera a hacer una lista de los juguetes rotos, personajes conocidos que, en pleno éxito, han muerto o roto su vida a causa de las drogas necesitaría todo el periódico. Los adictos son la escoria de la sociedad. Si lo cree se ha quedado con un cliché de hace muchos años, cuando en los años 60 hacía furor la heroína, muchos adictos correspondían a ese patrón. El alcohol se ha tenido como droga del pobre, de los sin techo u oficios mal remunerados. Sin duda una proporción pequeña de los afectos corresponden a esa imagen, pero la actual es muy distinta. Hoy, de las drogas ilegales la más nociva y ampliamente consumida es la cocaína. Como les comentaba antes, corre en ambientes o mundos económicos elevados y como se consume por sujetos "estructurados" la sociedad ha disminuido su percepción de las drogas como problema. Otras drogas "de síntesis" son caras y se usan entre jóvenes en discotecas y colegios. De vez en cuando los medios de comunicación sacan a la luz algún consumidor famoso o famosillo y hasta se ha reconocido que en determinados parlamentos los niveles de drogas en la orina de los representantes populares es alto. Nada que ver con la escoria social. Las drogas ilegales se consumen por grandes empresarios, políticos, comerciantes, actores e incluso profesores universitarios. Todos bien instalados. Eso sí, hasta que les hace estragos y los arruina o deteriora su salud. Se asustaría si supiera lo que tienen que pagar algunos adictos al acudir a clínicas privadas para su recuperación, y sin llegar a ello le causaría asombro ver la gama de los automóviles aparcados en los centros de tratamiento que la sociedad española pone a su disposición de los adictos. Pero, no lo dude. A pesar del supuesto éxito social tenga pena por ellos. Son enfermos, han perdido su libertad. La droga los encadena. Les obliga imperiosamente a consumir y puede que acabe con su cerebro, corazón, hígado, etc. Otra leyenda urbana es que los adictos son un peligro, roban, asesinan, son mala gente. No le negaré que en muchos casos de agresiones, violencia, robos el implicado es un adicto, pero vea que esa circunstancia se ha considerado en nuestro código penal como atenuante, lo es porque el adicto es un enfermo: al estar enganchado su capacidad discriminativa se altera, su adicción les impulsa les fuerza a actuar para sentirse bien y evitarse "el mono" de la abstinencia. Una vez más le señalo que el grupo de los que aparece en los medios de comunicación es mínimo respecto al total de consumidores. La mayoría de los adictos no son malas personas. Con frecuencia tienen niveles bajos de autoestima, en ocasiones son hijos de padres autoritarios o madres muy consentidoras. Pueden estar mal socializados. Arrastran su falta de libertad y en ocasiones han hecho varios intentos para salir del pozo. Finalmente existe la creencia de que no se puede salir de las drogas. De la droga más socialmente aceptada, el tabaco, estoy seguro que conoce a decenas de fumadores que lo han dejado. Otro tanto sucede con las drogas duras. Le acepto que no es fácil, que pueden existir recaídas, pero de mi propia experiencia (ya que he acudido en multitud de ocasiones a la sesión de las altas terapéuticas de una ONG muy eficaz, Proyecto Hombre) le aseguro que todos los años docenas de drogadictos son dados de alta en esa institución por haber completado el programa terapéutico. Debo explicarle que ello supone varias cosas: haber pasado una primera fase, dedesintoxicación, en que el afecto liberó su cuerpo de la droga. Debía pasar el mono; en general la fase duraba pocos días y no se hace en ese centro. Luego el adicto debe cambiar todos sus recursos, sus expectativas, reencontrarse con un mundo nuevo y descubrir su propio camino, debe recuperar la libertad. Y ese proceso es largo ya que se trata de construir una nueva vida. Dura muchos meses, el ex debe aceptar sus propias limitaciones pero también reconocer sus fortalezas y utilizarlas. |
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