“El porro terapéutico no existe”
Meana afirma que la ley se basa en unos riesgos para la salud no probados científicamente
El catedrático de Farmacología considera “mínimos” los daños de esta práctica en adultos
ANIA ELORZA Vitoria Junio 2.012
"La legislación actual se basa en el hecho de que se vulnera la salud, pero esos daños son mínimos, incluso en el consumo crónico", ha dicho Meana
La ponencia parlamentaria que estudia la regulación de las asociaciones de consumo de cannabis ha escuchado hoy la opinión de nuevos expertos en el área. El catedrático de Farmacología de la Universidad del País Vasco, José Javier Meana, ha señalado, en declaraciones a los medios a la salida de la ponencia, que hay que desligar el consumo lúdico del cannabis con el terapéutico. A su juicio “las necesidades de cannabis [en pacientes] están perfectamente cubiertas” con medicamentos y con cannabis que provean los profesionales sanitarios, que además, ha subrayado, controlan si el consumo está generando a esos enfermos efectos secundarios.
Por ello, ha mostrado su discrepancia a utilizar el consumo terapéutico “como argumento para justificar la existencia y la despenalización de estas asociaciones”. “El porro terapéutico no existe, existen por un lado los derechos civiles [de quien desea consumir cannabis] que deben ser reconocidos, y por otro lado existen pacientes que deben ser atendidos”, ha sentenciado.
Las asociaciones se mueven en otro debate, ha reseñado Meana, el de los “derechos civiles, que posiblemente debe reconocerse”. En este sentido, y a preguntas de los medios de comunicación, Meana ha señalado que la legislación actual “se basa en el hecho de que se vulnera la salud” pero ha querido aclarar que “esos daños son mínimos, incluso en el consumo crónico”. “Hay una contradicción indudable en buscar una condena porque se han vulnerado aspectos de la salud cuando nos resulta muy difícil demostrarlo desde el punto de vista científico.
Esto, ha resaltado, “no quiere decir que [el consumo de cannabis] sea inocuo”, ha advertido. En los adolescentes, el “consumo habitual afecta a procesos cognitivos”, ha ejemplificado, insistiendo en que esta práctica “deja huella para el futuro”. En el caso de las personas con psicosis esquizofrénica, su enfermedad empeora al consumir cannabis. “Más allá de estos detalles, probablemente la peligrosidad de estas sustancias sea menor”, ha concluido
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