miércoles, 25 de abril de 2012

Ander dice agur a 'maría'



  • Empezó a consumir cannabis con 15 años; tres años después ha decidido desengancharse
  • "Estoy en tratamiento desde hace cuatro meses, quiero recuperar mi vida"
NEKANE LAUZIRIKA - Domingo, 22 de Abril de 2012 DEIA
DONOSTIA. EMPEZÓ a consumir marihuana siendo adolescente. A los 15 años era la forma de divertirse con sus amigos las noches de los fines de semana. El primer porro no le gustó, el segundo fue su perdición. Porque el banalizado canuto no perdona ni olvida. Con el tiempo, la maría empezó a dejarle solo. Comenzó a aislarse de sus amigos, a tener bruscos cambios de humor... Hasta que un día comprendió que aquel debía ser el último canuto. Ander, 18 años y adicto al cannabis durante más de tres años, describe a DEIA su viaje del placer al descontrol. Lo hace en un país, Euskadi, que es uno de los mayores consumidores de esta droga en Europa, y en puertas de que el Gobierno vasco apruebe una legislación que regule el consumo de la marihuana entre la población adulta.
Ander, en el salón de su casa,
donde relata cómo se enganchó a
la ‘maría’ y su lucha por abandonarla.
Ander, en el salón de su casa, donde relata cómo se enganchó a la ‘maría’ y su lucha por abandonarla. (FOTO: OSKAR MARTÍNEZ)
Ander -nombre ficticio- lleva ya casi cuatro meses luchando contra su adicción en la consulta de un psiquiatra en Donostia. Ha mejorado mucho, aunque las primeras semanas no adelantaba y tuvo momentos de desánimo.
Según los últimos estudios, un 4,4% de la población vasca de entre 15 y 24 años es consumidora y un 8,2% de los adolescentes usan esta sustancia en más de 20 ocasiones al mes. En el Estado español, unos 40.000 adolescentes entre 14 y 18 años, un 2,2% de esta población, podrían estar teniendo un consumo problemático, un consumo tan frecuente como para crear pérdida de memoria y capacidad de concentración, lo que se traduciría en fracaso escolar y problemas de conducta: agresividad, apatía, disminución del apetito, ansiedad, paranoias o problemas para dormir.
Desde que Ander encendió su primer canuto han transcurrido ya tres años y medio. "Cogimos un local entre todos los amigos. Uno empezó a decir que tenía un porro, que lo probáramos y así fue como a lo tontonos iniciamos. Al principio fue solo de vez en cuando, pero la cosa fue a más. Cualquier problema que se me presentaba lo arreglaba con un canuto. Fumaba para olvidar algo, dejar atrás cualquier frustración", recuerda ya alejado del consumo.
ALGO EMPEZÓ A IR MAL Hace un año y medio se dio cuenta de que algo no iba bien. Toda la paga de sus aitas la destinaba a comprar marihuana con un amigo. Se estaba convirtiendo en una obsesión y eso que no había sido nunca un consumidor de diario.
En Euskadi, casi 10.000 adolescentes han experimentado la euforia, el deseo sexual o la locuacidad, la sensación de bienestar que proporciona un pitillo de marihuana, que suele ir unido a otros consumos de drogas como el alcohol.
Éste no era el caso de Ander, pero sí empezaba a ser pelín problemático. "Estaba más irritable de lo normal, no me concentraba bien en los estudios y consumir iba poco a poco siendo una necesidad imperiosa para poder desarrollarme habitualmente".
La revisión de los últimos estudios científicos consolidan lo que los especialistas ya sabían: que el consumo de cannabis produce alteraciones del sistema nervioso central; déficit en la memoria, la atención y la capacidad psicomotora, factores directamente relacionados con el fracaso escolar. Esto sin contar con que los porrospueden producir otros trastornos mentales, como la psicosis paranoica.
La facilidad con la que se compra en cualquier lugar de Euskadi esta droga ilegal tampoco ayuda como efecto disuasorio. "Es muy fácil adquirirla. Además, muchas veces no sabes ni lo que estás fumando. La gente ya no fuma según la calidad de la maría, sino en función del precio. Se elige lo más barato y no sabes de dónde es ni si la droga está adulterada con cualquier otra sustancia", relata Ander, queriendo hacer ver que "la marihuana es mala y no sirve para nada".
Ander se desahoga. Quiere que su experiencia sirva para otros adolescentes. "La maría, me imagino que como cualquier otra droga, gusta en función de lo que te solucione. Un chico tímido que a los 15 años observa que fumándose un porro olvida sus inhibiciones y timideces... ya es un candidato a la adicción". Ander recuerda habérselo pasado en grande, quemando las noches de sus 15, 16 y 17 años. La fiesta, sin embargo, tenía fecha de caducidad. "Me duró tres años; empecé a consumir en solitario. Me di cuenta que estaba atrapado y antes de la selectividad decidí darme a mí mismo un ultimátum y contarle a mis aitas lo que me sucedía". Ellos no sospechaban por lo que pasaba. "Alguna vez mi aita me vio con los ojos rojos y medio en broma me preguntó si me fumaba porros. Le dije que sí y me recomendó que lo dejara. Intentó abrirme los ojos, aconsejarme y decirme las consecuencias, pero advirtiéndome que la última palabra la tenía yo. La verdad es que esa reflexión me sirvió. Estuve bastante tiempo sin fumar, pero luego recaí".
LA FAMILIA El apoyo familiar para Ander ha sido imprescindible. "Estoy orgulloso de haber tomado la decisión y ellos me ayudan en todo momento. Aunque continua con los mismos amigos, algunos de ellos consumidores activos, ha dicho adiós a los porros. "Al principio no es fácil porque la maría está en todos los sitios: bares, lonjas, discotecas, amigos de amigos, pero lo estoy consiguiendo y no me está costando tanto como pensaba".
No todas las personas que han probado alguna vez cannabis tienen riesgo de tener un trastorno de dependencia. Pero tomado a diario y durante periodos prolongados -cinco mil adolescentes vascos la consumen a diario- genera daños severos en el tejido cerebral, afectando a la capacidad de concentración y la memoria a corto plazo.
Ander acude una vez a la semana al psicólogo y otra al psiquiatra. "Estoy contento porque me han dicho que los daños neurológicos causados por la marihuana los podré revertir. Esto es importante para mí, ya que he empezado el primer curso en la Universidad. Todavía me cuesta centrarme, pero estoy mucho mejor que hace unos meses", argumenta. No es extraño que solo un 2% de los estudiantes que consumieron cannabis en su vida consiguen un título universitario, frente al 30% de aquellos que nunca consumieron. Tampoco que tengan más accidentes, ya que fumar porros antes de conducir multiplica por tres el riesgo de terminar en el hospital.
TERAPIAS Las terapias frente a la maría -aunque varían según el grado de consumo- se basan en un entrenamiento psicológico y también psiquiátrico. Hay que preparar al adicto mentalmente para que no vuelva a probar el canuto que, con toda seguridad, le llevará de nuevo a las andadas. ¿Miedo a la recaída? "No", sentencia Ander, que quiere dirigir su futuro profesional hacia alguna actividad relacionada con la prevención de las drogodependencias.
Tras haber dejado atrás su calvario, ahora pone todo su empeño en convencer a su entorno para que deje de fumar. "Animo a la gente que está en mi situación a que no tenga vergüenza y pida ayuda para dejarlo. Que no esperen a que les pase algo gordo, a tener severos cuadros depresivos o que los daños sean ya irreversibles para dejar elcanuto. La droga es un mundo de mentiras. Con el cannabis crees que puedes controlarlo y seguir una vida normal, pero no es así. Intentas dejar su consumo. Pero no puedes. Empezar a fumar porros es una tontería", simplifica Ander.

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